Ordenador de neuronas humanas

Ordenador de neuronas humanas

¿Y si el próximo gran avance en computación no fuera más silicio, sino algo mucho más humano? El reciente anuncio de Cortical Labs ha dejado al mundo tecnológico (y filosófico) con la boca abierta: han creado un ordenador que utiliza neuronas humanas vivas para procesar información. ¿Revolución científica? Sin duda. ¿Riesgo bioético? También.

¿Qué ha hecho exactamente Cortical Labs?

En marzo de 2025, la empresa australiana Cortical Labs presentó oficialmente el CL1, el primer ordenador biológico comercial. Este dispositivo combina:

  • Un chip de silicio clásico

  • Cultivos de aproximadamente 800.000 neuronas humanas vivas, cultivadas a partir de células madre.

Estas neuronas no están ahí como adorno: reciben, procesan y devuelven información a través de una interfaz bioelectrónica. Lo que antes eran impulsos eléctricos en una red artificial, ahora son impulsos reales en redes neuronales vivas.

¿Cómo funciona un ordenador biológico?

El CL1 utiliza lo que denominan sistema operativo biológico (biOS). A través de este entorno, se establece una comunicación bidireccional entre el hardware y las neuronas:

  1. Estimulación: el chip manda señales eléctricas a las neuronas.

  2. Respuesta adaptativa: las neuronas reaccionan y modifican su comportamiento en función del estímulo (aprenden).

  3. Procesamiento: el sistema interpreta esas señales como datos útiles.

Un ejemplo: el sistema fue capaz de enseñar a las neuronas a jugar al clásico videojuego Pong, aplicando recompensas y castigos eléctricos. En cuestión de minutos, las neuronas «aprendieron» a controlar la paleta y responder a la pelota. Como un cerebro bebé aprendiendo a jugar.

¿Qué ventajas ofrece frente a la IA clásica?

  • Consumo energético ridículo: el cerebro humano opera con unos 20 vatios. Las neuronas del CL1 consumen una fracción de lo que usa una GPU para tareas similares.

  • Plasticidad y adaptabilidad: estas neuronas aprenden de verdad, con una flexibilidad difícil de reproducir con redes artificiales.

  • Un nuevo paradigma de computación: no estamos simulando un cerebro… estamos usándolo.

Y ahora… la pregunta incómoda: ¿pueden ser conscientes?

Cortical Labs insiste en que estas neuronas no tienen consciencia, ya que no hay una estructura cerebral completa, ni órganos sensoriales, ni un yo al que hacer referencia. Son redes que aprenden, sí, pero no “piensan” como tú o yo.

Pero… si siguen creciendo en complejidad y número, si las redes empiezan a desarrollar patrones inesperados o autoconscientes… ¿podría surgir algo más?

Aquí empiezan las dudas:

  • ¿Puede una red de 800.000 neuronas desarrollar autoconsciencia?

  • ¿Deberíamos otorgar derechos a estos sistemas si algún día alcanzan cierta sensibilidad?

  • ¿Está bien enseñarles cosas con recompensas y castigos eléctricos?

  • ¿Dónde está la línea entre experimento y esclavitud?

Inteligencia organoide: el comienzo de una era nueva

El término que ya se baraja en la comunidad científica es Inteligencia Organoide o Inteligencia Híbrida: sistemas biológicos cultivados con capacidad de procesamiento. Y con el CL1, esta idea ha dejado de ser teoría.

Desde The Black Box Lab, creemos que este hito marca un punto de inflexión comparable a la invención del transistor o la llegada de internet. Pero con una diferencia fundamental: estamos trabajando con tejido vivo, con lo que eso conlleva.

El ordenador CL1 no es solo un prodigio técnico. Es una provocación al pensamiento, un reto para la ética, una llamada de atención para toda la humanidad: no basta con saber si podemos hacerlo, también tenemos que preguntarnos si debemos.

¿Estamos listos para convivir con una inteligencia que no hemos programado, sino cultivado?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *