En el vertiginoso mundo de la tecnología, la computación cuántica se alza como el próximo gran salto evolutivo. Recientemente, esta prometedora disciplina ha captado un interés sin precedentes, reflejado en la escalada de inversión de capital riesgo, que ha pasado de 43 millones de dólares en 2016 a 248 millones en 2017. Las proyecciones de Morgan Stanley indican que, en una década, el mercado de la computación de gama alta podría duplicar su valor, alcanzando los 10.000 millones de dólares.
La esencia de la computación cuántica radica en su base: los qúbits. Estas partículas subatómicas, contrapuestas a los bits binarios convencionales, ofrecen una capacidad de procesamiento exorbitante, abriendo puertas a la resolución de problemas en fracciones del tiempo actual, la simulación de sistemas complejos y, aunque controvertido, el potencial de quebrantar la criptografía moderna.
Innovación en Proceso
A pesar de que los procesadores cuánticos actuales son incipientes en tamaño y fiabilidad, el terreno experimental está repleto de gigantes tecnológicos:
- Accenture Labs y 1QBIT, en su alianza, han identificado más de 150 casos de uso cuántico.
- Airbus se sumerge en el Big Data aeroespacial y la creación de nuevos materiales, apostando también en QC Ware.
- Alibaba colabora con la Academia de Ciencias China para blindar el comercio electrónico con la computación cuántica, lanzando incluso una nube cuántica de 11 qúbits.
- Baidu, con su nuevo instituto cuántico, mira hacia una integración en menos de 5 años.
- Booz Allen aplica la computación cuántica a la optimización de sistemas y redes, entre otros.
- Google avanza con su chip de 72 qúbits, Bristlecone, y apoya la programación cuántica a través de ProjectQ y OpenFermion.
- IBM, con su red IBM Q y procesadores de hasta 50 qúbits, democratiza el acceso cuántico a través de la nube.
- Intel y QuTech presentaron Tangle Lake, un procesador de 49 qúbits, en CES 2018.
- Microsoft no se queda atrás con simulaciones de hasta 40 qúbits y el lenguaje de programación Q#.
Retos y Oportunidades
La computación cuántica, aunque ahora mismo se encuentra en su adolescencia tecnológica, promete aplicaciones disruptivas. Pero para que su comercialización sea una realidad, aún debemos navegar una espera de más de una década. Durante este tiempo, se debe cultivar un ecosistema completo que abarque desde el hardware hasta nuevos modelos de negocio y regulaciones.
La computación cuántica promete ser mucho más que una mejora incremental en la velocidad de procesamiento; tiene el potencial de ser una verdadera revolución en múltiples disciplinas. En la ingeniería, por ejemplo, podría permitir el diseño de sistemas y materiales con propiedades nunca antes vistas, optimizados a un nivel atómico. Rolls Royce está investigando cómo esta tecnología podría mejorar el diseño de sus motores, lo que podría resultar en aviones más eficientes y ecológicos. En el campo de la farmacología, la capacidad de simular interacciones moleculares con gran precisión aceleraría la creación de nuevos medicamentos y terapias personalizadas. Y en meteorología, los modelos de predicción del tiempo podrían alcanzar niveles de precisión sin precedentes, lo que tendría implicaciones significativas para la gestión de desastres naturales y la agricultura. Estos son solo algunos ejemplos de cómo la computación cuántica podría transformar industrias enteras al ofrecer soluciones a problemas que hoy en día son insuperables.
Pasos hacia la Revolución Cuántica
Para las empresas visionarias, el momento de actuar es ahora. Es crucial:
- Investigar el impacto cuántico en los negocios.
- Experimentar y observar cómo otros se posicionan en este nuevo panorama.
- Incubar tecnologías con equipos especializados en la materia.
El logro de la Universidad de Sussex marca un antes y un después en el ámbito de la computación cuántica. Han desarrollado una metodología para transferir información cuántica entre chips con una precisión del 99.999993% y una velocidad que rompe récords previos. Esto implica que podemos empezar a pensar en computadoras cuánticas que operan no solo a escalas microscópicas, sino que también pueden empezar a comunicarse entre sí, ampliando su potencial de procesamiento más allá de los límites de un solo chip. Este avance técnico es crucial porque aborda uno de los mayores desafíos de la computación cuántica: la decoherencia, donde la información cuántica tiende a “descomponerse” rápidamente. Con esta nueva capacidad, estamos un paso más cerca de crear ordenadores cuánticos que puedan realizar tareas como simulaciones moleculares complejas o desentrañar algoritmos de encriptación que serían inviables para los superordenadores actuales.
La visión de una era definida por la computación cuántica ya no es un mero ejercicio de imaginación; es un objetivo tangible que está tomando forma día a día. Las barreras que una vez parecían insuperables están siendo derribadas por la colaboración interdisciplinaria. Físicos, ingenieros, informáticos y matemáticos están uniendo fuerzas para superar los obstáculos que quedan en el camino hacia la realización de computadoras cuánticas prácticas y accesibles. Pero el desafío no termina en la academia o en los laboratorios de investigación. Las empresas y los profesionales de la tecnología tienen un papel fundamental en la traducción de estos avances científicos en aplicaciones y servicios que beneficiarán a la sociedad. En The Black Box Lab, estamos atentos a estos desarrollos y nos preparamos para integrar esta tecnología pionera en nuestras soluciones y servicios, asegurando que nuestros clientes y socios estén en la vanguardia de la próxima revolución tecnológica.
The Black Box Lab
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